En los últimos años, el interés por prolongar la vida con hábitos más saludables llevó a muchas de personas a priorizar el ejercicio en su rutina diaria. Más allá de una cuestión estética, la actividad física se convirtió en una herramienta respaldada por la ciencia para mejorar la calidad de vida.
Uno de los referentes en el estudio del bienestar, el neurocientífico Andrew Huberman, insistió en la importancia del ejercicio cardiovascular como pilar fundamental para una vejez saludable.
Según explicó en su pódcast "Huberman Lab", el envejecimiento no se puede evitar, pero sí es posible adoptar estrategias que lo desaceleren, y entre ellas, el ejercicio regular ocupa un lugar importante.
Huberman señala que el ejercicio aeróbico realizado en zona 2 es particularmente beneficioso para la salud cardiovascular y cerebral. Esta zona, calculada con la fórmula 220 menos la edad y trabajada al 60 o 70 por ciento de la frecuencia cardiaca máxima, se asocia con mejoras en la resistencia física, la eficiencia energética y una recuperación más rápida.
El ejercicio en zona 2 puede consistir en caminatas a paso ligero, trote suave o andar en bicicleta, y su ventaja está en que no requiere gran esfuerzo. De hecho, se puede mantener una conversación o respirar por la nariz durante la actividad, lo que lo convierte en una práctica accesible y sostenible.
"Puede consistir en caminatas a paso ligero, trote suave o andar en bicicleta".
La clave
La clave está en la constancia. La ciencia, según este experto, recomienda realizar entre 150 y 200 minutos semanales de ejercicio en zona 2 para obtener beneficios notables en salud metabólica y cardiovascular.
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