Todos los deportes tienen sus eventos más representativos, como un Mundial en el caso del fútbol, en los que se reúne, a nivel selección, a los mejores deportistas de los países que lograron acceder a ese tipo de competencias. Sin embargo, cada rubro deportivo tiene su respectiva agenda y no siempre coinciden temporalmente como para que los aficionados de los deportes disfruten en un mismo momento de varios acontecimientos. Salvo que se trate de los Juegos Olímpicos.
Este suceso de larga tradición, que se lleva a cabo cada cuatro años, es probablemente el evento deportivo más grande de la historia, en donde miles de deportistas, de diversas y hasta no tan conocidas disciplinas, se disponen a competir en representación de sus respectivos países por un lugar en el podio de las medallas de oro, plata y bronce.
Este año los Juegos Olímpicos se llevan a cabo en Tokio, Japón. Y hace ocho años, en 2013, cuando trascendió la noticia de que el país nipón iba a ser sede de este acontecimiento, hubo una gran expectativa. Más de la habitual.
Es que Japón, tercera economía dominante del mundo, es un país conocido por aparentar estar un poco más en el futuro que el resto debido a sus famosas innovaciones principalmente tecnológicas. Y si hay otra característica importante en los Juegos Olímpicos es ese acontecimiento aparte que es la ceremonia de inauguración. Y Japón, con su inmensa creatividad artística, poderío tecnológico y económico, sonaba como garantía de éxito.
Sin embargo, nadie iba a suponer en 2013 que ocho años después el mundo estaría atravesando por una pandemia que cambiaría los planes de absolutamente todos los países. En principio, la idea de retrasar los Juegos Olímpicos por un año, que se iban a llevar a cabo en 2020, se fundó en la esperanza de que en este 2021 la situación epidemiológica iba a mejorar con la llegada de las vacunas. Pero no fue así.
Aunque no parezca cierto, Japón está actualmente en estado de emergencia debido al bajo nivel alcanzado en el proceso de vacunación; la población no llega ni al 25% de inoculados. A ojos de los expertos, los nipones actuaron con demasiada cautela. Caso contrario a lo sucedido en, por ejemplo, el Reino Unido, en donde se aceleró el proceso de vacunación de tal modo que en la última edición de Wimbledon los estadios permitieron el ingreso del público en su totalidad y pareció un suceso ocurrido en un contexto de normalidad.
Por todo esto, el clima aportado por el público es algo de lo que carecen estos Juegos Olímpicos. Y luego está la baja de varios deportistas quienes decidieron pensar más de dos veces lo que implicaba viajar a Tokio en este contexto, por el viaje en sí mismo pero también por todos los procedimientos sanitarios previos y posteriores al arribo a Japón.
Primero, llegar al Aeropuerto Internacional de Haneda, realizar el test de saliva -que por lo menos es menos invasivo que el de antígeno-, en donde se pueden observar la positividad o negatividad en media hora, luego hacer el correspondiente aislamiento de 14 días. El Gobierno japonés estableció burbujas para que las personas ligadas a los Juegos Olímpicos, como periodistas, no se mezcle con los ciudadanos.
Luego de cumplido y acreditado el cumplimiento del plazo, se otorga una tarjeta especial para que se pueda circular por las calles de Tokio. Pero hasta entonces, previo a eso, no se puede utilizar el transporte público, solo se puede transitar por los pasillos del hotel, al punto de prensa y en los recintos de buses dispuestos por la organización. Limitación absoluta.
Esto por supuesto despertó críticas por parte de extranjeros que fueron a presenciar los Juegos Olímpicos, ya que hay quienes observan que estas medidas no buscan proteger a la comunidad olímpica sino a los japoneses de que sean contagiados por los ingresantes y pese a dar negativo en los test.
Con respecto a la Villa Olímpica, lógicamente es el lugar con más resguardos, protección y por ende limitación: se permite el ingreso de la prensa en una zona mixta calurosa expuesta al sol para que la temperatura no baje de los 30° y con mucho personal de la organización que realizan exhaustivos controles.
El problema con la Villa Olímpica en términos epidemiológicos es que puede ser foco de contagios debido a su histórica fama de concentrar actividades no deportivas sino más bien festivas al reunir a muchas y muchos jóvenes. Ante esto, el gobierno nipón dispuso algunas recomendaciones que difícilmente se cumplan, como es mantener la distancia social y evitar la interacción física debido al riesgo no solo de contagiar sino también de quedar fuera de competencia.