Existe una sal que se ha convertido en una aliada de quienes prácticamente frecuentemente el autocuidado. Quienes la usan habitualmente indican que han sentido cambios significativos gracias a su composición.
Se trata de la sal de Epsom, también conocida como sulfato de magnesio. Este es un compuesto químico que, además de magnesio, tiene azufre y oxígeno. Cabe aclarar que no es una sal de mesa y no debe confundirse con el cloruro de sodio.
Esta sal se descubrió en Epsom, Inglaterra, hace más de cuatro siglos. En tiempos en donde el cuidado personal y lo natural van de la mano, la sal de Epsom ha cobrado relevancia gracias a sus propiedades calmantes, antiinflamatorias y restauradoras.
Asimismo, las cualidades de la sal de Epsom, añadida a un baño de agua caliente, ayuda a relajar las tensiones musculares, mitigar los dolores corporales y preparar el organismo para un descanso adecuado.
Ayuda a relajar las tensiones musculares, mitigar los dolores corporales y preparar el organismo para un descanso adecuado.
¿Cómo se aplica?
Desde la Clínica Cleveland indican que lo primero que se debe hacer para aplicar la sal de Epsom es llenar la bañera de agua caliente y verter una taza antes de sumergirse entre 15 y 20 minutos. Al salir, se aplica una loción humectante para mantener la hidratación en la piel.
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