Hoy en día casi todo el mundo usa anteojos, ya sea para leer, trabajar en la computadora o de descanso. Está claro que para muchas personas se trata de un insumo fundamental para la vida, además de muy costoso, por lo que resulta fundamental cuidarles de manera apropiada para extender al máximo su vida útil.
Una mancha o un rayón, pueden ser tan malos para los anteojos como una caída. Y es que debido a los materiales resistentes que se usan para fabricarlos en la actualidad, es poco probable que se rompan, aunque sí son propensos a quedar con alguna marca, que en definitiva impida la visión, si no se cuidan de la mejor manera.
Es así que con el correr del tiempo aparecieron numerosos mitos con respecto a cómo se limpian los anteojos. El más difundido, es el de utilizar la técnica de empañar los cristales con el propio aliento para después limpiarlos con la propia remera. Esto, en realidad, podría dejar algunas marcas debido a la rugosidad de la tela de la ropa.
Numerosos mitos.
Otro error que es mejor evitar, es el de utilizar sustancias limpiadoras de uso hogareño. Estos líquidos tienen sustancias que pueden dañar los recubrimientos de los cristales, como el antirreflectante. Tampoco se recomienda frotar los cristales con papel de baño o servilletas de cocina, ya que pueden dejar manchas o pelusas.
¿Cómo se limpian los lentes?
Para la correcta higiene de los anteojos lo principal es tener limpias las manos, después dejar correr el agua tibia desde el grifo y mojar ahí los cristales para quitar el polvo y cualquier otro residuo. Luego, se coloca una gota de lavaplatos y con los propios dedos se frota la superficie de ambas partes.
Por último, se colocan los anteojos una vez más debajo del agua, se elimina el exceso de líquido y se seca con un paño antipelusa, preferentemente de algodón.
Si te gustó nuestro contenido, puedes seguirnos en Google News y en nuestro Canal de WhatsApp, eso nos ayuda a seguir generando contenido gratuito a nuestros lectores. ¡Muchas gracias!