Uno de los momentos más difíciles que puede enfrentar cualquier persona en el ámbito doméstico, es cuando se derrama una buena cantidad de aceite en el piso. Existen una serie de características físicas y químicas, que todo el mundo conoce, que hace que esa sustancia no se mezcle con el agua, por lo que limpiarlo se vuelve una tarea casi imposible.
Descartado de plano el uso de agua y jabón, entrarán a jugar otros elementos, presentes en todas las alacenas. Eso sí, hay que actuar rápido porque el aceite puede dejar manchas muy persistentes en las superficies además de ser muy resbaloso y significar un peligro latente.
Estos elementos “mágicos” son la sal o el azúcar. Cualquiera de ellos podrá cumplir su milagrosa función quitando el aceite de la superficie. Lo que hay que hacer, es tirar un puñado de cualquiera de los dos sobre el líquido derramado, y esperar un momento a que absorba.
Sal o azúcar.
Esto creará una pasta bastante apelmazada, que se podrá levanta con una pala de residuos o una servilleta, si es que el derrame no fue muy importante. Una vez quitado el grueso del aceite, se puede quitar el residuo de la superficie con agua caliente y un cepillo.
Otros consejos
El jugo de limón ayuda a quitar las pequeñas manchas de aceite que quedan en el suelo de la cocina. El ácido cítrico neutraliza la consistencia y la textura resbaladiza del aceite. Antes, hay que intentar absorber la mayor cantidad posible con una servilleta de papel.
Claro que si la situación es más complicada de lo que parece, entonces habrá que recurrir a recursos más profesionales y echar mano a un buen producto quitagrasa. En especial cuando se trata de esa suciedad en ollas y cocina que lleva mucho tiempo afirmada.
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