El desayuno es la comida más importante del día, y a veces a la que menos atención se le presta. En más de una ocasión, por el apuro, no se le dedica el tiempo y la preparación necesarios y se termina consumiendo lo primero que se encuentra a la mano.
De todos modos, no siempre el caso opuesto es necesariamente lo más aconsejado. Un desayuno completo puede llegar a no tener justamente aquello que el organismo más se requiere para empezar bien el día, o bien incluir algún producto desaconsejado.
En primer lugar, un buen desayuno no debe tener ningún producto de panadería industrial, por sorpresivo que esto pueda sonar. Estos alimentos tienen altos contenidos de carbohidratos, grasas trans y azúcares que pueden caer muy pesados en el estómago. En su lugar, lo mejor siempre va a ser el pan hecho en casa.
Los cereales, que siempre se muestran como el gran símbolo de todo desayuno, están bien siempre y cuando no contengan azúcar, como la mayoría de las marcas comerciales más conocidas.
Añadidos artificiales que reducen su calidad nutricional.
También en la foto del desayuno perfecto nunca falta un buen vaso de jugo, lo que tampoco se recomiendo, menos aún si se trata de jugo envasado. Incluso, es preferible comer directamente la fruta, antes que un jugo o licuado natural.
Clásicos afuera
Las mermeladas envasadas tienen un alto contenido de azúcar y añadidos artificiales que reducen su calidad nutricional. Por eso mejor optar en el desayuno por una mermelada casera. La manteca, que aunque parezca la mejor aliada del pan tostado, también resulta un alimento muy pesado para comenzar el día.
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