La sal es uno de los condimentos indispensables en cualquier cocina. Aunque los médicos recomiendan moderar su consumo, y algunas dietas sugieren incluso eliminarla por completo, lo cierto es que su aporte, en la medida justa, tanto en el sabor como en lo nutricional, es fundamental.
En este ámbito, y al hablar de sal, lo primero en lo que se piensa es en la llamada “sal de mesa” o sal fina, aunque existe una enorme variedad de presentaciones, algunas que se utilizan en la alta cocina. En este caso nos concentraremos en sus dos presentaciones clásicas, fina y gruesa.
Y es que la sal gruesa es un elemento que se ve cada vez menos en las alacenas de los hogares, ya que se desconocen sus aplicaciones, de hecho, se puede utilizar también fuera del ámbito de la cocina, pero ese no es el tema ahora.
En los detalles
La sal fina es la más utilizada por su practicidad, y esto responde a su característica de disolverse con facilidad. Pero la sal gruesa, por su condición más evidente, puede aportar un toque extra en la cocción, por eso se utiliza mucho en carnes y pescados horneados o a las brasas. Esto porque puede cubrir por completo y mantener la temperatura adecuada para el cocinado.
"Más saludable que la fina".
De este modo, la sal gruesa termina resaltando aun más el sabor. A su vez, la sal gruesa es más saludable que la fina, debido a que es natural y libre de procesos químicos. También es más rica en oligoelementos, tiene un contenido más bajo de cloruro sódico y más cantidad de minerales que la sal fina.
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