Gabriel Cañas no quedó indiferente luego de interpretar al temido patrón en la nueva versión de “El señor de la Querencia”. Al igual que su predecesor, Julio Milostich, el actor vivió de forma intensa cada escena, llevándose una carga emocional difícil de soltar.
Gabriel Cañas ya había enfrentado procesos creativos exigentes en su carrera, pero este personaje lo llevó al límite. El agotamiento físico y mental acumulado terminó pasándole factura cuando finalizaron las grabaciones de la teleserie.
“Después de terminar ‘El Señor de la Querencia’, quedé enajenado, sintiéndome realmente como que se me había secado el alma, que no tenía creatividad, que no sabía por qué estaba haciendo todas las cosas que hacía. Y entré como en una crisis”, confesó Gabriel Cañas recientemente.
Para no tener consecuencias a nivel personal, el intérprete buscó apoyo en un espacio poco común: se trasladó a Bolivia para tomar talleres con el director Elías Cohen. “Quería recuperar mi voz que la tenía muy dañada, mi cuerpo estaba muy cansado, estaba mal y sin voluntad, ni ánimo creativo”, comentó Gabriel Cañas.
"Mi cuerpo estaba muy cansado".
Súper sano
Gabriel Cañas agregó que el receso provocado por la pandemia también fue clave para no “no volverse loco”: “Me pilló también con una terapia psicológica, entonces creo que me mantuve súper sano… me estuve trabajando harto la cabeza”.
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