La pandemia contraída por el COVID parece no terminar pronto y en varios países del mundo debieron regresar a las medidas de confinamiento para evitar la propagación de este virus. Tal es el caso de China, que durante el pasado lunes, miles de ciudadanos permanecieron en casa bajo un aislamiento estricto.
En la jornada del lunes, China informó 55 nuevos casos de coronavirus de transmisión local. El brote de la variante Delta avanzó rápidamente por el territorio de la región y según lo transcendido, ya llegó a más de 20 ciudades y más de una docena de provincias.
Con el objetivo de controlar la situación epidémica, además del confinamiento por tres días, las autoridades han realizado test masivos y han impuesto algunas restricciones a los viajes.
El gobierno de Zhuzhou, en la provincia de Hunan, declaró que "la situación sigue siendo sombría y complicada", y estableció que la campaña de vacunación contra COVID sigue en pie.
Mientras que Pekín, a pesar de haber logrado la reducción de los casos locales a prácticamente cero, está atravesando un brote masivo luego de que empleados del aeropuerto internacional de Nanjing dieran positivo de COVID.
Por esta razón, las autoridades bloquearon la entrada de turistas durante la temporada de viajes de verano. De esta manera, solo se permitirá la entrada en Pekín a los viajeros esenciales con test negativos.
Mientras que la semana pasada el distrito de Changping de la capital confinó a 41.000 personas en nueve comunidades de viviendas.
Además, en las últimas semanas ocurrió un brote de coronavirus entre los clientes de un teatro de Zhangjiajie, una ciudad turística cerca de Zhuzhou. Para evitar el continuo contagio a la población entera, el gobierno confinó a sus 1,5 millones de habitantes.
Otro foco de contagios producidos fue en Wuhan. Según los datos proporcionados, se habían rastreado hasta una estación de tren.