En Haití se ve cada día una crisis social, política y humanitaria desde el asesinato de su presidente y el posterior terremoto que tuvieron que soportar semanas después.
Ahora lo que trasciende es que miles de ciudadanos de Haití que tenían la esperanza de cruzar las fronteras por Colombia con rumbo a Estado Unidos analizan si se van a dirigir allí después de que más de mil de sus compatriotas fueron deportados esta semana en la frontera estadounidense con México.
Son unos 16.000 ciudadanos de Haití los que están varados en el pueblo costero de Necoclí, al norte de Colombia, esperando su turno en el limitado transporte en barco hacia las selvas del Tapón del Darién, en Panamá, donde ciertos sujetos guían a los grupos a través de esa región.
"Hay unos que son luchadores, batalladores que no van a desistir de sus sueños", dijo el migrante haitiano Gabriel desde el puerto de Necoclí. "Los que están decididos a ayudar a sus familias en su país pueden esperar en México antes de intentar entrar en Estados Unidos", afirmó.
El presidente de Panamá, Laurentino Cortizo, dijo el jueves ante la Asamblea General de las Naciones Unidas que más de 80.000 emigrantes irregulares, incluidos los ciudadanos de Haití, han pasado por su país este año, por lo que pidió ayuda internacional, diciendo que está gastando su limitado presupuesto en la atención a los migrantes.