En un contexto de revisión, deconstrucción y reivindicación, es necesario hacer un repaso por todos los rubros, especialmente en el mundo de las Bellas Artes.
Gloria Cortés, experta en el arte chileno y curadora del Museo Nacional de Bellas Artes, expresa profundas reflexiones al respecto.
Cuando se pone el foco en ciertos segmentos culturales y su historia, es posible observar algunas desigualdades que nunca cambiaron.
Durante muchos años en la historia del arte y de Chile se invisibilizó la labor de las mujeres creadoras y artistas. Por su condición de mujeres, a las artistas chilenas les ha costado mucho más que a los hombres destacarse, exponer y ser reconocidas.
En el libro “Modernas. Historias de mujeres en el arte en Chile (1900-1950)”, Gloria Cortés muestra miles de ejemplos de mujeres artistas con talentos dignos de trayectorias reconocidas, pero que quedaron abandonadas en un mundo patriarcal.
Entre los 500 ejemplos que recolectó la autora, se destaca especialmente la figura de la pintora, escultora, ilustradora y educadora Laura Rodig (1901-1972). Sin embargo, la experta señala con convicción que como este caso, hay cientos.
La curadora manifiesta que, desde su rol en el Museo Nacional de Bellas Artes, han “publicado varias veces las cifras de las colecciones en diversas exposiciones, trabajo que levantó Nicole González, quien entonces era investigadora del área de colecciones".
Y agrega que "el número de obras de mujeres es de un 11% comparable al mismo 11% de autores desconocidos. Más de un 80% ingresó por donaciones de las propias artistas”.
Sobre una perspectiva histórica y de reconstrucción identitaria o recuperación de las obras, Cortés destaca, realista y desesperanzada, que “lograr una paridad es casi imposible. Muchas de las obras de las artistas se perdieron, no sabemos dónde están y apenas tenemos referentes en notas de prensa”.
Además, comenta que “una parte de la producción de mujeres está completamente inubicable. La sociedad se perdió la oportunidad de integrar a sus vidas y experiencias la creación de imágenes de un cuerpo político que es el femenino o el feminizado”.
Según la curadora, hay catastradas más de 400 artistas que participaron en los salones y exposiciones nacionales o fueron mencionadas en catálogos desde fines del siglo XIX hasta mediados del XX. Entre ellas, Clara Filleul, Luisa Lastarria, Celia Castro y muchas más.
Algunas resultaron ganadoras de premios oficiales, fueron maestras y comisionadas para encargos del gobierno, pero aun así fueron “sujetos ausentes”, describe la experta.
Con sus investigaciones y profundo trabajo sobre la historia del arte, Gloria Cortés concluye: “El concepto de genio sigue siendo masculino. Las redes intelectuales eran mayoritariamente masculinas. Las direcciones de museos eran y son masculinas”.
Las tareas de Gloria como autoridad del museo y como experta en el área son indispensables para un cambio de paradigma.
Y vienen a demostrar que, aunque son centenares las mujeres que crearon durante los inicios del arte nacional, hay muchas de ellas que no tuvieron los reconocimientos que merecían, o que, incluso, fueron presentadas como alumnas de algún destacado maestro varón.