Caminar es, sin ninguna duda, uno de los ejercicios más fáciles y económicos que se pueden realizar en el día a día, que muchos disfrutan como escape ideal de las estresantes rutinas, y además como ayuda para mantenerse en forma físicamente. Ahora bien, hay una modalidad que ha empezado a imponerse y es la caminata afgana.
La caminata afgana sorprende por sus resultados. Es una actividad muy sencilla y se trata simplemente de combinar la caminata con la meditación, potenciando de esa manera los beneficios de una y de otra práctica.
Sincronizar la respiración con un ritmo alternado en ciclos de tres pasos, una inspiración.
Durante la caminata afgana se debe marchar a paso firme, pero teniendo en cuenta la respiración. Para ello se puede acudir a la ayuda de un aparato que mida el tiempo entre inspiración y espiración y sincronizar la respiración con un ritmo alternado en ciclos de tres pasos, una inspiración. Es importante elegir en un terreno llano para no alterar el paso.
Cuando se haya arrancado, durante los tres pasos a un ritmo normal, será necesario inspirar progresivamente introduciendo aire por la nariz. Sostener la respiración en el cuarto paso y luego expulsar el aire de manera lenta en los siguientes tres pasos, aguantando de nuevo la respiración en el octavo paso mientras los pulmones permanecen vacíos.
La idea es desconectarse de los estímulos externos, algo que siempre resulta fácil, pero con la perseverancia se logra. Un dato importante es que, si el ritmo de los tres pasos y una respiración se presenta complicado, se puede probar con ciclos de distintos números de pasos hasta encontrar el que se sienta más cómodo. Cuando se consigue incorporar el hábito de la caminata afgana, la calidad de vida puede mejorar notablemente.
Beneficios de esta práctica
- Oxigenación del cuerpo: la caminata afgana aumenta la capacidad pulmonar y la eficiencia en la absorción de oxígeno.
- Resistencia: el ejercicio de la sincronización de los pasos con la respiración, propicia el fortalecimiento de la resistencia física, lo que ayuda a recorrer distancias mayores sin sentir fatiga.
- Estimulación de la circulación sanguínea: la coordinación de pasos y respiración contribuye a una mejor circulación sanguínea, lo que es sumamente beneficioso para la salud cardiovascular.
- Fortalecimiento de los huesos: con esta práctica se fortalecen los huesos sin generar molestias articulares, lo que resulta beneficioso para la salud ósea.
- Reducción del estrés y la ansiedad: este tipo de caminata se asemeja a una forma de meditación activa, bajando la velocidad de los pensamientos y ayudando a liberarse de las siempre presente preocupaciones internas.