Ese sol hace por nosotros mucho más de lo que creemos, pues nos llena de energía y buen humor, pero además nos proporciona una buena dosis de vitamina D, un nutriente esencial para nuestra salud y que adquirimos a través de la piel.
Incorporar vitamina D en nuestra dieta es muy importante y sobre todo en los meses de invierno, donde disminuye la exposición al sol. Esta vitamina ayuda a mantener los músculos, huesos y dientes sanos, y también promueve un sistema inmunológico fortalecido.
Los bajos niveles de vitamina D se han vinculado no solo con debilitamiento de los huesos, problemas de osteoporosis en edad adulta, sino que además tener bajos niveles en sangre mantienen la inflamación de bajo grado que afecta negativamente a los tejidos y a las articulaciones.
Unos niveles más altos de vitamina D reducen la susceptibilidad a la dolencia inflamatoria intestinal.
Por otra parte, la vitamina D desempeña un papel importante en el mantenimiento de la salud del tracto gastrointestinal. Unos niveles más altos de vitamina D reducen la susceptibilidad a la dolencia inflamatoria intestinal y al síndrome de Crohn, así como a las infecciones intestinales y pulmonares en animales y personas.
Cómo compensar la falta de vitamina D
Podemos obtener la dosis necesaria de vitamina D de tres maneras: a través de la piel, mediante la exposición solar, a través de la alimentación y tomando suplementos indicados por los especialistas.
En cuanto a los alimentos, aquellos que son ricos en este nutriente son:
- Pescado
- Huevos
- Leche
- Zumo de naranja
- Hongos
- Aguacate
- Germen de trigo