La dieta atlántica emerge como una alternativa saludable y prometedora, en contraposición a la ya reconocida dieta mediterránea. Aunque esta última ha sido aclamada por su diversidad de alimentos frescos y su riqueza en aceite de oliva, el reciente interés arroja sus beneficios potenciales.
Originada en las regiones celtas del arco atlántico europeo y preservada en Galicia y el norte de Portugal, la dieta se destaca por su énfasis en alimentos frescos y la dieta atlántica tiene como eje lo local, frutas o verduras, pescados y mariscos, de allí su nombre particular.
Según un estudio publicado en JAMA Network, este patrón alimentario se asocia con un menor riesgo de problemas metabólicos, una combinación de factores que aumentan el riesgo de padecimientos cardíacos.
A partir del testimonio de la Dra. María del Mar Calvo Malvar, del Hospital Universitario de Santiago de Compostela, se deja claro que la dieta atlántica fomenta el consumo de productos de temporada y de proximidad, así como técnicas culinarias sencillas que preservan la integridad de los alimentos.
Una versión apta para todos.
A diferencia de la dieta mediterránea, donde la pasta es un elemento prominente, la papa se destaca en la dieta atlántica, aunque ambas comparten similitudes en su enfoque en frutas, vegetales, frutos secos y pescados. Sin dudas que son compatibles.
Beneficios
Estas investigaciones subrayan la relevancia de adoptar patrones alimentarios variados y frescos para mantener una buena salud, complementando todo con ejercicio físico.
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